Identificación del fragmento 7Q5 con Jeremías 16:3..4

 

 

El fragmento 7Q5, objeto de los análisis descritos en este artículo, pertenece a un rollo de papiro hallado dentro de la gruta 7 de Khirbet Qumran, en Cisjordania. (7 es el número de la gruta; Q es por Qumran y 5 es el número del papiro)

  Este fragmento se conserva en el Museo de Jerusalén y pertenece a la colección de los manuscritos del Mar Muerto que recogen las obras de la comunidad de los Esenios.

  El fragmento 7Q5 mide 3,9 centímetros de longitud por 2,7 de amplitud y está escrito por uno solo de sus lados, que presenta una decena de letras dispuestas en cuatro líneas, pertenecientes a un texto en lengua griega.

  Por tanto, los fragmentos que fueron hallados en la gruta nº 7, presentan además de la de estar escritos en griego, otra característica, la de proceder de un rollo. ¿Qué ha sido de los numerosos rollos de su procedencia?


La zona del Qumran presenta señales de haber sido habitada en la época de la revuelta de Bar Kocheba, en los años 132 -135 a.C. y el hecho de que en las grutas 7 y 3 solamente se hallasen minúsculos fragmentos de papiro en lugar de rollos enteros, sugiere la hipótesis de que fuesen descubiertas y saqueadas tras su cierre en el año 68 d.C.


  Una particularidad de la gruta 7, es el hallazgo en ella de un trozo de terracota que pertenecía a un ánfora, con la escritura de cuatro caracteres hebreos. ¿Dónde estaban pues los otros trozos del ánfora? Aunque fuese posible pensar que el resto de los papiros se hubiesen degradado hasta el punto de desaparecer, no puede decirse lo mismo del ánfora de terracota. Esto demuestra inequivocablemente que el material almacenado en la gruta había sido sustraído y que el trozo de ánfora y los pequeños fragmentos de papiro solo eran unos restos del pillaje.

 

Esta hipótesis tiene de hecho una base histórica

 

Eusebio de Cesarea (265-340 d.C.) afirma que Orígenes (185-250 d.C.) disponía de un manuscrito de los Salmos escrito en griego, hallado dentro de una vasija de terracota cerca de Jericó, en los días de Marco Aurelio Antonino. (Eusebio di Cesarea, Historia Eclesiástica, libro 6;16,1-4).

  Por otro lado, alrededor del 392 d.C. escribe Epifanio que en el año séptimo de Marco Aurelio Antonino (217 d.C.), algunos manuscritos bíblicos de la versión griega de los LXX, fueron hallados junto a otros manuscritos en hebreo y en griego, en unas ánforas de arcilla que estaban cerca de Jericó. (Jacques-Paul Migne, “Patrologia Graeca”, vol.43 (1864) cols.265-68).

  Existe además un documente del siglo XI, donde el patriarca nestoriano de Seleucia Timoteo 1º declara conocer el hallazgo de algunos rollos antiguos descubiertos en una gruta cercana a Jericó, ciudad que dista unos diez kilómetros de Qumran. Timoteo 1º afirma que cuando este descubrimiento fue conocido por los habitantes de Jerusalén, se apresuraron hacia la gruta y hallaron varios rollos bíblicos escritos en hebreo. Esta gruta bien podría ser la nº 7 de Qumran, puesto que está cerca de Jericó y no hay entorno a la ciudad otras grutas o cavernas donde esconder documentos. De acuerdo con estos testimonios históricos, los fragmentos de las grutas 3 y 7 no pueden pertenecer al Nuevo Testamento sino más bien a los libros de la versión griega de los LXX.

 

Seguidamente se exponen las diversas atribuciones del 7Q5

 

  El papirólogo español José O'Callaghan, identificó en 1972 este fragmento como perteneciente al Evangelio de Marco, situándolo en el capítulo 6, versículos 52 y 53. Su identificación fue sostenida por en 1984 por el papirólogo Carsten Peter Thiede. El problema de esta identificación reside en el hecho de que la cuarta letra de la segunda línea, fue identificada como un "Τ" que debía ser la primera letra de la segunda palabra del versículo 53: Καὶ Διαπεράσαντες”, una palabra que como puede verse no inicia con un Τ” sino con un Δ”. O'Callaghan y Thiede sostuvieron que esto obedecía a un cambio delta-tau, por el que en algunos casos, el Δ” se sustituía por el Τ”. Pero además, hay también otro problema; en la identificación que O’Callaghan y Thiede sostienen, las palabras del texto ἐπὶ τὴν γῆν” tendrían que ser eliminadas, porque de otro modo se alteraría la esticometría (la cantidad de letras en una línea) del texto y su correspondencia con las letras del fragmento no concordaría. Por este motivo su atribución fue inmediatamente rebatida.

  Sus principales críticos fueron el teólogo alemán Kurt Aland, los especialistas de la “École Biblique” de Jerusalén y otros.

  Por ejemplo: María Victoria Spottorno Díaz-Caro (Investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo), lo atribuyó en el año 1952, a un pasaje del libro de Zacarías, capítulo 7: 4..5.

  El investigador americano Ernest Muro, afirmó en 1999 que la atribución más probable era la de un pasaje de Génesis 46:20.

  En 1973, el investigador y escritor Paul Garnet lo identificó con Éxodo 36: 10..11.

  En 1992 Daniel B. Wallace lo identifico como un pasaje de Filón de Alejandría.

  Ahora bien, todos estos investigadores y estudiosos han llegado a sus conclusiones basándose en las tres letras ΝΝΗ” (en minúsculas: ννη) de la tercera línea del fragmento, atribuyéndolas a la palabra  Γεννησαρὲτ” o Genezaret.

  En el Antiguo Testamento, la palabra Genezaret solo puede encontrarse en cinco pasajes: en  Números 34:11, en Deuteronomio 3:17, en Josué 13:27 y 19:35, y en 1º de Reyes 15:20. También en el Nuevo Testamento se halla pocas veces, solo en Mateo 14:34, en Lucas 5:1 y en Marcos 6:52..53.

  Al haber identificado las letras “ΝΝΗ” como pertenecientes a la palabra Genezaret, se concluye que la letra siguiente tiene que ser un “Σ” (en minúsculos: “σ”), pero con esto las letras solo pueden coincidir con una sola palabra: “ΓΕΝΝΗΣΑΡΕΤ” (en minúsculas: “Γεννησαρὲτ”). El problema de esta identificación es que la afirmación de que tras la tercera letra se encuentra un “Σ” constituye en realidad mera especulación, ya que como puede verse en la imagen, las únicas letras reconocibles son estas tres “ΝΝΗ”.

 

Imagen 1

En la versión griega de los LXX, la secuencia de las tres letras ννη se repite en varios nombres y particularmente en el verbo “generar”. Por ejemplo: ἐγέννησεν, ἐγέννησας, γεγέννηκά, γεγέννησαι, γεννητὸς, Ιεφοννη, Αβεννηρ, Χαλαννη, etc.

  Con respecto a la identificación de la tercera letra que hay en la primera línea tras el grupo “τω”, surge otra duda. Hay quienes sostienen la presencia de un yota adscrito, seguida de un “Α” (minúsculos: α”), mientras que otros sostienen que es un “Ν” (minúsculos: “ν”).

  En abril de 1992, Carsten Peter Thiede llevó el papiro a Jerusalén, al departamento de investigación forense de la policía nacional de Israel, para hacerlo examinar mediante un microscopio estéreo electrónico. Entonces se percibieron por primera vez los restos de una línea diagonal que partía del límite superior izquierdo de la línea vertical, bajando hacia la derecha. Si bien la línea no era completa y su trazo desaparecía tras unos pocos milímetros, bastaba para convencer de que era la línea diagonal de un “Ν.

 

Imagen 2

Imagen 3

 

Imagen 4

 

Seguidamente vemos las imágenes del fragmento y su identificación

 

      

                                                           Imagen 5                                                         Imagen 6

 

      

                                                           Imagen 7                                                         Imagen 8

 

Imagen 9

 

Imagen 10

 

Imagen 11

 

Ιερεµιαν 16:3..4:

ὅτι τάδε λέγει κύριος περὶ τῶν υἱῶν καὶ περὶ τῶν θυγατέρων τῶν γεννωµένων ἐν τῷ τόπῳ τούτῳ καὶ περὶ τῶν µητέρων αὐτῶν τῶν τετοκυιῶν αὐτοὺς καὶ περὶ τῶν πατέρων  αὐτῶν  τῶν  γεγεννηκότων  αὐτοὺς  ἐν  τῇ  γῇ ταύτ ν θανάτῳ”.

 

Jeremías 16:3..4:

Así habla el SEÑOR con respecto a los hijos y a las hijas que nacen en este país, a las madres que los paren y a los padres que en este país los generan: Estos morirán”.