Los últimos días de
este mundo
La
Biblia
utiliza la expresión “últimos días”
con respecto al período que marca el final de una
etapa del mundo y culmina con la ejecución del juicio de Dios.
Según
las Escrituras, el mundo antiguo vivió sus últimos días mientras Noé construía
el arca, y pereció por sentencia de Dios, cuando la tierra fue barrida por el
diluvio. También el mundo judío, con su culto centrado en el templo de
Jerusalén, se enfrentó a sus últimos días durante el período que culminó con su
total destrucción en el año 70 de nuestra era.
Aquellos sucesos de entonces fueron
en realidad, una figura de lo que sucederá de manera mucho más intensa y a
escala mundial, cuando todas las naciones se enfrenten a la ejecución de la
sentencia que Dios ha decretado para el mundo actual, que en sus últimos días
experimentará los acontecimientos señalados por Jesús a sus discípulos, cuando
les habló de su retorno.
Desde la antigüedad, Dios ha dado a
conocer su propósito para la tierra a través de los profetas; muchos hablan de
una tierra llena de paz en la que habitarán los justos, así cómo del desarraigo
y destrucción de los que prefieren el mal y la injusticia. Por ejemplo, leemos
en los Proverbios de Salomón: “Porque los rectos
habitarán la tierra y los íntegros se mantendrán en ella; pero los impíos serán
cortados de la tierra y los desleales desarraigados.” (Proverbios
2:21-22) Y también David escribió: “...Yahúh
estima sus veredictos y no olvida a sus santos, ellos serán salvaguardados para
siempre, pero la progenie de los malvados será cortada. Los justos poseerán la
tierra, y habitarán en ella para siempre... ... Espera en Yahúh y guarda su
camino, él te levantará para la herencia de la tierra; verás el exterminio de
los impíos”. (Salmo
37:28-29,34)
Durante el llamado ‘Sermón del
monte’, Jesús dijo dirigiéndose al pueblo: “Felices son los que suplicando piden para el espíritu, porque por ellos es constituido el reino de los cielos;
Felices los obedientes, porque ellos
poseerán la tierra en herencia”.
(Mateo
5: 3-4)
También el apóstol Pablo
escribió; “A causa de tu insensibilidad y de la obstinación de tu corazón, acumulas ira sobre ti, para cuando el justo juicio de Dios se manifieste en el
Día de la
ira y él remunere a cada uno según sus obras, vida eterna para los que con su perseverancia en el bien, buscan la gloria, el honor y la incorrupción, e
ira e indignación para los obstinados, que dejándose guiar por sus
prejuicios no quieren creer en la verdad. Entonces habrá tribulación y angustia
para cualquier personas que practican el mal, primero para el judío y después
para el griego, pero habrá gloria, honor y paz para todo el que hace el bien”. (Romanos
2:5-10)
Y Pedro dice a los discípulos: “Yahúh no se retrasa en el cumplimiento de su promesa, como piensan algunos, pero muestra paciencia
hacia nosotros para que todos tengamos la oportunidad de alcanzar la conversión, pues no quiere que ninguno sea destruido.”.
(2Pedro 3:9)
¿Cuál
será
‘la señal’ que precederá a los últimos días de este
mundo?
Desde la antigüedad, los profetas
describen algunos acontecimientos que señalarían este significativo período, y
también los discípulos registraron las palabras de Jesús con respecto a los
distintos aspectos de esta señal, en los capítulos 24 y 25 de Mateo;
13 de Marcos y 21 de Lucas; aunque hay también algunos detalles en
2Timoteo 3:1-5; 2Pedro 3:3-4 y en Apocalipsis
6:1-8.
En armonía con su descripción, esta
‘señal’ está constituida por el desarrollo combinado de varios acontecimientos, y por consiguiente, su cumplimiento requiere que
todos ellos se manifiesten durante una misma generación. Por este motivo Jesús
advirtió a sus discípulos: “Aprended de esta parábola
de la higuera: cuando sus ramas ya están tiernas y brotan las hojas, sabéis que
el verano está cerca; así, también vosotros, cuando veáis todo
esto, sabed que él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no
pasará esta generación hasta que todo esto suceda”. (Mateo
24:32-34)
A modo de ilustración,
consideraremos las partes sobresalientes de la señal
“Se
levantará nación contra nación y reino
contra reino” (Mateo
24:7)
Durante toda la historia de la
humanidad, la guerra ha hecho estragos en la Tierra. Desde el principio de
las civilizaciones hasta los días de Jesús, había habido infinidad de guerras
entre las naciones para la conquista de territorios o simplemente por intrigas y
motivos políticos, además de infinidad de guerras civiles, de revoluciones y de
golpes de estado, por esto, al hablar del tiempo que pasaría hasta su regreso,
Jesús había dicho: “…también oiréis de guerras y de
informes de guerras; mirad de no alarmaros porque esto necesariamente sucederá,
pero aún no es el fin”. (Mateo
24:6)
Pero cuando Jesús habló de los
conflictos de ‘nación contra nación y reino contra reino de los últimos días, se
refería a una cosa algo diferente; una profecía paralela que él mismo reveló a
Juan, nos muestra el sentido de sus palabras. En ella se habla de un jinete que
tiene una misión específica, leemos: “… apareció otro
caballo de un color rojo fuego. A su jinete se le entregó una gran espada y
el poder de quitar la paz de sobre la tierra, de manera que los
hombres se matasen unos a otros”. (Apocalipsis
6:4)
Y aparte de las guerras,
revoluciones y golpes de estado ¿No están acaso las guerrillas y el terrorismo,
minando la paz entre las naciones y llenando de violencia la tierra? En realidad
puede decirse que se “levanta nación contra nación y reino contra reino” o
que “se suprime de sobre la tierra la
paz”.
“…habrá hambres
en un lugar tras otro” (Mateo
24:7)
El informe 1998-2000 de
la FAO sobre el
hambre, muestra que unas 25 mil personas mueren cada día por causa del hambre,
además de 6 millones al año de niños menores de 5 años, y que se calcula que hay
en el mundo unos 840 millones de personas en estado de
desnutrición.
Esto sucedía en el año 2000, pero ¿Y
ahora?
La
Secretaría de la campaña internacional: ‘MÁS Y
MEJOR’ dice que “el mundo tiene los recursos y los
conocimientos técnicos necesarios para erradicar el hambre y la pobreza. No es
aceptable que 40.000 personas mueran cada día de hambre… …y 1.300 millones vivan
en la extrema pobreza”. Esta no es ya una situación local, si no mundial.
En muchos países la producción de alimento, incluso con la ayuda de la ciencia
moderna, no ha podido mantenerse al paso con el aumento de la
población.
En el libro del Apocalipsis leemos:
“…una voz que salía de entre los cuatro seres
vivientes dijo: “Una medida de trigo por un denario y tres medidas de cebada por
un denario, pero no dañes ni el aceite de oliva ni el vino”.
(Apocalipsis 6:6) Estas palabras indican que en el tiempo descrito en la
profecía, una pequeña cantidad de alimentos básicos cómo el trigo y la cebada,
se venderían por el equivalente del salario de un día (un denario).
“…sucesión de
catástrofes naturales en diferentes lugares” (Mateo
24:7)
Muchos han traducido la palabra
griega ‘seismoi’ de este
versículo, cómo “terremotos”,
pero esta traducción es en este punto, reductiva, puesto que en realidad,
‘seismoi’ describe cualquier catástrofe natural,
cómo los mismos traductores reconocen cuando en este otro versículo traducen así
la misma palabra: “De pronto se levantó en el mar una
tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas”.
(Mateo 8:24) En griego: “kai idou seismos
megas egeneto en têi thalassêi, hôste to ploion kaluptesthai hupo tôn
kumatôn.”
Cuando la población de la tierra
aumentaba con lentitud, y el empleo de los combustibles fósiles no era
significativo, no existia el problema de la degradación de la tierra. Pero en
los últimos doscientos años, la población de la tierra ha aumentado rápidamente
a pesar de las grandes guerras, y las exigencias, necesidades y consumos de una
sociedad en desarrollo, han acelerado el proceso de transformación del
equilibrio que ha mantenido la tierra en una estabilidad climática durante un
largo período de tiempo.
Hoy en día han sido evidenciadas y
divulgadas muchas de las significativas alteraciones que afectan a nuestro
planeta y este hecho ha causado y causa una cierta alarma.
Aunque también en los siglos
anteriores acontecían catástrofes naturales, algunas de gran magnitud, su
frecuencia ha aumentado considerablemente en nuestros días, sucediéndose en un
lugar tras otro, tanto es así, que la humanidad se ha habituado a ellas y han
dejado de ser noticia. Daniel Sarewitz, Profesor de Ciencia y
Sociedad en la
Universidad del Estado de Arizona, declaró que “El mundo ha sido testigo de un marcado
aumento de estas “catastrofes naturales”, desde los 100 anuales en los años 60,
hasta 500 anuales a principios de 2000”, y también
el profesor colombiano Omar Darío
Cardona, de la
Universidad de los Andes, en Bogotá y Director del Centro de
Estudios sobre Desastres, declaró a la BBC, en respuesta a la pregunta de
si se esperan inmediatas catástrofes naturales: “Vemos que los fenómenos naturales causantes de desastres,
no solo aumentarán en su gravedad, si no también en su
frecuencia”.
“En
diferentes lugares, epidemias” (Lucas
21:11)
No hace falta hablar de los males
con los que la humanidad convive a pesar de los avances de la ciencia médica,
cada año, el cáncer, las enfermedades del corazón, el sida, el paludismo y las
distintas enfermedades infecciosas antiguas y nuevas, causan innumerables
muertes en todos los lugares de la tierra.
En el Apocalipsis leemos: “…apareció un caballo de color glauco. El nombre de
su jinete era ‘Muerte’ y de cerca le seguía el ‘Hades’
(sepulcro). A ellos se les dio autoridad sobre la cuarta parte de
la tierra, para dar muerte con la espada, (las guerras) la
carestía, las epidemias mortales y las bestias feroces de
la tierra”
(Apocalipsis 6:8) Las bestias
representan en las Escrituras a las naciones, es evidente que las bestias
feroces que causan una gran cantidad de muertes, hacen referencia al terrorismo,
que constituye un poder en oposición al poder establecido. Y en
realidad, una cuarta parte de la tierra está ya afectada por estas
calamidades.
“Surgirán muchos
falsos profetas, que engañarán a muchos” (Mateo
24:11)
El número de declaraciones con
respecto al futuro inmediato de nuestro planeta, da lugar a inseguridad y
confusión. Por una parte, ‘la ciencia’ suele eliminar cuidadosamente cualquier
mención de Dios, a pesar de que el orden perfecto del universo da fe de la
existencia de un diseño e intención definido para todo lo existente y por otra,
abundan en el mundo los guías de espiritualidades esotéricas y los discípulos de
creencias violentas.
Dentro de la cristiandad, son muchos
los maestros que aceptan e imparten ‘una buena
nueva diferente (2 corintios 11:4) de la predicada por Jesús y
los apóstoles, y han abandonado desde hace tiempo la esperanza del retorno de
Cristo y la instauración en la tierra del Reino de Dios, dos promesas repetidas
muchas veces en toda la Escritura. Jesús mismo hablo
a los discípulos de su retorno, y les explicó: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos
días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas
caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces
aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el
pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las
nubes del cielo con gran poder y gloria.
El enviará a sus
ángeles con sonora trompeta, y desde los cuatro vientos reunirán a sus elegidos,
desde un extremo de los cielos hasta el otro… El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán”. (Mateo 24:29-32,
35)
Y también son muchos los pastores de
las más de mil quinientas sectas cristianas, que interpretando a su modo la
Escritura, hacen en el nombre de Dios, un gran negocio con la piedad ajena. Y
entre ellos, los que profetizando fechas precisas de un ‘armagedón’ varias veces
anunciado, sostienen desde hace unos cien años, que Cristo reina ya sobre la
tierra a través de una ‘presencia invisible’. Seguramente Jesús se refería a
algo así, cuando dijo en relación a las señales del fin: “…si alguno os dice entonces: “Mirad, el Cristo está
aquí o allí, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos
(falsos ungidos) y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios,
capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos
¡Mirad que os lo he predicho! Así que si os dicen: “Está en el desierto”
(una presencia invisible), no salgáis; “Está en los aposentos” (una presencia invisible), no lo creáis. Porque tal cómo el relámpago sale por oriente y brilla
hasta occidente, así será la llegada del Hijo del Hombre”.
(Mateo 24:23-27)
Tiempo antes de hablar de las
señales de su retorno, Jesús había ya advertido a sus discípulos: “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con
disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los
conoceréis… Así que por sus frutos los reconoceréis. No todo el
que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los
Cielos, si no el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor ¿No profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces
les declararé: ‘¡Jamás os conocí, apartaros de mí, practicantes de
injusticia!’” (Mateo 7:15-23)
Y después de explicarlas, declaró: “…de aquel día y hora nadie sabe, ni los
ángeles de los cielos ni el Hijo, sólo el Padre. La llegada del Hijo
del hombre será cómo en los días de Noé; porque tal cómo en los días que
precedieron al diluvio, comían, bebían y tomaban mujer o marido hasta el día en
que Noé entró en el arca, y no se dieron cuenta hasta que sobrevino el diluvio y
los arrastró a todos, así será también la llegada del Hijo del
hombre”. (Mateo 24:36-39)
“Y al crecer cada
vez más la iniquidad, se enfriará el amor de la mayor
parte” (Mat.
24:12)
La delincuencia y la criminalidad
han existido desde siempre, pero lo que salta a la vista cuando se considera el
delito a nivel mundial, es el hecho de que se extiende y aumenta rápidamente, y
que este aumento es real, porque solo en un pequeño porcentaje se debe a la
existencia de una mayor información.
Por otro lado, con el propósito de
establecer una legalidad ajustada a criterios éticos diversos, se pasa por alto
el equilibrio que la obediencia a unas leyes morales fundamentales representa,
cosa que resulta en una disminución del sentido de responsabilidad personal y en
un empobrecimiento de las relaciones humanas. La mentira, la infidelidad y la
inmoralidad en general, son cosas comunes, y cada año se practican decenas de
millones de abortos.
Esta es la clase de iniquidad que
puede asociarse con la profecía registrada en el capítulo 24 de Mateo, y que
seguramente contribuye a que el amor potencial de las personas, se vaya
enfriando.
¿Señalan
todas estas cosas que vivimos en “los últimos
días”?
Aunque es verdad que
Jesús dijo: “…de aquel día y
hora nadie sabe,
ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sólo el
Padre…” (Mateo 24:36)
y no podemos conocer con exactitud el momento que Dios se ha reservado para
ejercer justicia, también dijo Jesús: “…vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino
de Dios está cerca”. (Lucas 21:31) Con esto, los que en aquella generación le esperasen y estuviesen
atentos, al contemplar todas las señales que él había expuesto, podrían
comprender que el momento de su prometido retorno se
acercaba.
¿Quedará alguien
con vida en la Tierra después
del fin del presente sistema
mundial?
¡Sí, definitivamente! Sin embargo
Jesús advierte a los que le esperan en aquel día, de que “…habrá entonces una tribulación grande, cómo no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ese tiempo ni volverá a
haberla; si aquellos días no se
abreviasen, no sobreviviría ninguno, pero por causa de los elegidos,
aquellos días serán acortados”. (Mat.
24:21-22)
El fin del sistema mundial actual no
será pues el resultado de una matanza indiscriminada en una guerra nuclear, será
causado por una gran tribulación que incluye la “guerra del gran día del Dios Todopoderoso”,
(Apocalipsis 16:14,16) pero esta guerra no destruirá la Tierra ni
causará la ruina de toda la humanidad. Y dice la Escritura que después de esto,
todos los príncipes de los cielos se inclinarán ante Dios y rindiéndole
homenaje, dirán: “Te damos las gracias Yahúh, Dios Omnipotente que
eres y eras, porque haciendo uso de tu gran poder has establecido tu
reino. Las naciones se han enfurecido, pero llegó tu cólera y el
momento de juzgar a los muertos, de recompensar a tus servidores
los profetas, a los santos, y a los humildes o poderosos
que muestran respeto por tu nombre; y de destruir a todos
aquellos que destruyen la tierra”. (Apocalipsis
11:16-18)