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Fin de este mundo ¿Cuándo?

 

Capítulo 1

 

1     En la tradición popular, la expresión fin del mundo se entiende como una situación catastrófica que causa la destrucción de la Tierra y de la humanidad. Desde la antigüedad, esta idea se refleja en muchas religiones, y también se contempla en la narrativa mitológica y en los relatos de ciencia ficción.

De hecho, el hombre siempre ha sentido curiosidad por la desconocida dimensión del origen y del futuro; el deseo de conocerlo y en cierto modo de controlarlo, le ha llevado a desarrollar teorías destinadas a comprender y a explicar sus incógnitas.

Un examen de la historia revela la sorprendente cantidad de previsiones apocalípticas que hasta el día de hoy, han sido anunciadas por improvisados profetas y dirigentes de confesiones religiosas; previsiones que nunca se han cumplido y que responden en muchos casos, a situaciones turbulentas y a cambios sociales del momento. Pero ¿Por qué razón les han concedido crédito tantas personas?

Generalmente lo han hecho por la necesidad intrínseca de esperanza, de poder creer en algo que enderece la trayectoria y las expectativas de la humanidad, sin embargo el resultado de las predicciones fallidas desconcierta y decepciona, a veces profundamente, a los que han puesto esperanza en ellas.

 

2     Otro resultado de estos pronósticos es la pérdida de fe en las promesas que se hallan en la Escritura. La mayoría de las personas son hoy en día refractarias a cualquier predicción relacionada con la religión, y puesto que la Biblia contiene revelaciones de tipo profético, algunos la consideran como una fuente de declaraciones fantasiosas, aunque la fantasía esté en aquellos que por afán de protagonismo, interpretan algunos de sus fragmentos fuera del contexto, siempre armónico, que vincula a todos los escritos canónicos de la Biblia.

Por otro lado, muchas profecías registradas en las Escrituras hebreas ya se han cumplido y se han demostrado totalmente fidedignas; por ejemplo las que predicen el destino de algunas antiguas naciones, o las que declaran con precisión el tiempo y el lugar del nacimiento del Mesías, así como el inicio de su predicación, los acontecimientos de su vida y las circunstancias de su muerte.

 

3     Dice el evangelio, que estando Jesús con sus discípulos sobre el monte de los olivos frente a Jerusalén, les habló de la destrucción de la ciudad, entonces ellos le preguntaron: “Dinos ¿Cuándo sucederán estas cosas, y cuál será la señal de tu llegada y del fin del mundo?” (Mateo 24:3) Después de explicarles lo que sucedería durante la destrucción de la ciudad y avisarles del momento en que debían huir y no retornar a ella, contestó a su segunda pregunta y explicó las señales que precederían a su retorno, un retorno que no significaría la destrucción de la Tierra sino el final de este mundo o sociedad humana. Luego dijo para todos sus seguidores de todos los tiempos: “Mirad que no os engañen, porque muchos vendrán en nombre mío diciendo… el tiempo está cercano. ¡No les sigáis!”. (Lucas 21:8) “Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la llegada del Hijo del hombre”. (Mateo 24:27 y Lucas 17:24)

En los momentos de cambios y de confusión surgen personas que por diversos motivos y casi siempre para su propia ventaja, no vacilan en seducir a otros en nombre de algún ideal o esperanza, con el fin de hacerse seguidores. Para los que esperan el retorno de Cristo y no quieren ser víctimas de las falsas predicciones, es importante discernir las señales de los tiempos, comprendiendo correctamente el significado de las palabras de Jesús y recordando esta advertencia: “Si alguno os dice: “¡Mira! el Cristo está aquí, o ¡Mira! está allí”, no lo creáis, porque surgirán falsos cristos (falsos ungidos) y falsos profetas”. (Marcos 13:2123)

Si el tiempo del retorno de Cristo y del final del mundo pudiese ser calculado, Jesús no hubiese declarado: “En cuanto aquel día o aquella hora, ninguno los conoce, ni siquiera los ángeles del cielo y tampoco el Hijo. Solamente el Padre”; (Mateo 24:3) pero entonces “vendré como un ladrón y tú no sabrás cuando llegaré”. (Apocalipsis 3:3) Sus discípulos podrán pues percibir las señales que indiquen su proximidad, pero no conocerán el tiempo preciso o el momento de su retorno hasta que él llegue, porque como dijo a sus discípulos: “No os corresponde a vosotros conocer los tiempos o los momentos que el Padre ha reservado a su propia autoridad”. (Hechos 1:7)

 

4     En realidad, el surgir de un sinfín de sectas religiosas, y de tantos improvisados profetas y adivinos que vez tras vez anuncian una falsa fecha del fin, (Haga clic aquí para ver la lista) favorece a la confusión deseada por aquellos que Pablo designa como “las fuerzas espirituales malvadas que habitan las regiones celestes”. (Efesios 6:12) A causa de estos “operarios fraudulentos que se disfrazan de apóstoles de Cristo” lo mismo que “Satanás se disfraza de ángel de luz”, (2Crintios 11:1314) la mayoría de las personas rechazan con desconfianza o con burla a quienes hablan de la segunda llegada de Cristo. Ante tantas mentiras se comportan como el pastorcillo de la fábula de Esopo, que para que acudiesen a él gritaba “¡Al lobo! ¡Al lobo!” sin que fuese cierto, de modo que cuando verdaderamente llegó, ninguno hizo caso.

 

5     Lo cierto es que Jesús habló repetidamente de su retorno, y también Pablo escribe: “Cristo, después de haberse ofrecido una vez por siempre con el fin de abolir los pecados de muchos, se manifestará una segunda vez, no ya en relación al pecado sino a los que le esperan para ser salvados”. (Hebreos 9:28) De hecho, las burlas y el escepticismo que las falsas predicciones han provocado, forman también parte de las cosas que sucederían antes de su retorno. Pedro escribe: “Sabed primero, que en los últimos días habrán escarnecedores de los que corren tras los deseos de sus sentidos, y que mofándose dirán: “¿Donde está aquella prometida presencia suya? Porque desde el día en que nuestros antepasados murieron, sigue todo igual que al principio de la creación”. (2Pedro 3:34)

De hecho, las personas creen que el mundo seguirá funcionando hasta que en un lejano futuro, un gran cataclismo provoque la desaparición del planeta, y muestran la misma indiferencia engañosa que la humanidad barrida por el antiguo diluvio. Tampoco ellos habían visto llover, porque la Escritura dice: “Yahúh Dios no había hecho llover en la Tierra… pero subía del suelo un rocío que regaba toda su superficie”, (Génesis 2:56) sin embargo, esto no les salvó de las aguas.

A pesar de la confusión causada por los falsos profetas que anuncian periódicamente fechas fallidas y desacreditan el mensaje bíblico, el retorno de Cristo es un acontecimiento cierto y consolador para el hombre, que Pablo designa como “la bendita esperanza”, (Tito 2:13) ya que de hecho, no significa el fin de todas las cosas sino el inicio de un mundo nuevo bajo el gobierno del Hijo de Dios.

 

Capítulo 2

 

6     He aquí dos afirmaciones de los “profetas del fin” que por ser notoriamente contrarias a las Escrituras, demuestran desconocimiento:

 

) Poco antes del fin del mundo tiene que aparecer el Anticristo.

) Cristo reina ya, pero su presencia es invisible.

 

En primer lugar: Con respecto a la aparición o el surgir del Anticristo, existen interpretaciones de lo más disparatadas. He aquí algunas de las que se hallan en Internet:

♦ «¿Quien precederá esta segunda llegada de Jesús? Será precedida por el Anticristo que está para manifestarse».

♦ «El evento aún más significativo que precederá al retorno de Jesús será la aparición del Anticristo».

♦ «Fue después precisado por sus discípulos que la reaparición de Jesús iba a ser precedida de un personaje misterioso, emisario de Satanás, que guiaría la lucha contra el Mesías y sus seguidores, y por esto fue denominado Anticristo».

♦ «Prosiguiendo en esta nuestra reflexión, con la que intentamos comprender cuál es el posible futuro que espera al mundo en los próximos años, queremos detenernos brevemente en una tesis, hoy más bien debatida entre los expertos de revelaciones proféticas: aquella que consideraría próximo el tiempo del Anticristo y el retorno de Cristo».

♦ Incluso en una versión de la Biblia, se encuentra en la 2 carta de Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 2º, un subtítulo añadido que dice: «El retorno de Cristo será precedido por la manifestación del Anticristo».

 

     Además, hay también quien entiende Anticristo como antes de Cristo, confundiendo “anti” con “ante”. En el texto griego leemos ἀντίχριστος (antichristos), una palabra compuesta por prefijo griego ἀντί (anti) que indica oposición, y por el nombre χριστος (christos); de modo que esta palabra solo puede indicar una posición opuesta a Cristo.

 

7     Identificación del Anticristo a través de las Escrituras.

El apóstol Juan escribe: “Hijitos, esta es la última hora. Y tal como habéis oído que tiene que venir el anticristo, han aparecido ya muchos anticristos. Por esto sabemos que es la última hora. Ellos han surgido entre nosotros pero no eran de los nuestros”. (1Juan 2:1819) Y en otra carta leemos: “han salido al mundo muchos seductores que no reconocen públicamente que Jesús ha venido en carne. Este es el Seductor y el Anticristo”. (2Juan 1:7)

Estas palabras muestran que el surgir del anticristo de ningún modo está reservado para el momento que precede al retorno de Cristo, puesto que en tiempo de los apóstoles había “ya muchos anticristos” que como dice Juan, habían surgido “entre nosotros”, o sea, entre los discípulos, y que en su intento de modificar la doctrina de Cristo, la sana doctrina que los apóstoles predicaban, constituían todos ellos el Anticristo.

Por otro lado, hay quienes identifican al anticristo con la simbólica bestia salvaje del Apocalipsis, pero esta afirmación es errónea y fortuita, no solo por tiempo de su aparición, también por el hecho de que la bestia representa a una potencia dictatorial unida por un solo pensamiento y propósito, mientras que los integrantes del Anticristo son, por el contrario, muchos y diversos, cada secta con sus propias ideas y doctrinas engañosas en cuanto a la verdadera naturaleza de Jesús, en oposición a la enseñanza apostólica de que “Jesús ha venido en carne”.

 

8     ¿En qué sentido no reconoce el anticristo que Jesús vino en carne?

He aquí algunos ejemplos:

 

♦ El Docetismo que surgió hacia el final de la edad apostólica(1) y se desarrolló tras la muerte de los apóstoles. Consistía en una doctrina cristológica con respecto a la naturaleza de Cristo. Su nombre deriva del verbo griego δοκεῖν (dokéin), que significa parecer o aparentar, porque afirmaba que la carne de Cristo era pura apariencia(2) como la de una aparición o de un fantasma, y sostenía que el sufrimiento y la humanidad de Jesús no habían sido reales sino aparentes, ya que él era solamente Dios. Entre los principales docentitas estaban Simón Mago, Basílides, Valentino y Marción.

(1)2Tesalonicenses 2:78: “…este desconocido transgresor ya está obrando, pero en cuanto sea retirado aquello que lo retiene, (La autoridad personal de los apóstoles), entonces se revelara”.

(2)2Juan 1:7: “…han salido al mundo muchos seductores que no reconocen públicamente que Jesús ha venido en carne”.

 

♦ El Apolinarismo sostenía que Jesús no era totalmente hombre, pero era Dios.

 

♦ El Nestorianismo afirmaba que Jesús era tanto Dios como hombre, porque integraba dos seres unidos entre sí.

 

♦ Los obispos Eutiques y Dióscoro afirmaban que Jesús era tanto Dios como hombre, pero constituyendo un solo ser, y que su humanidad fue absorbida en la divinidad.

 

♦ El Monofisismo (del griego μόνος, monos, “uno” y φύσις, fisis “naturaleza”) es el término empleado en la teología católica y en la historiografía occidental para indicar la forma de cristología formulada por el patriarca de Constantinopla Eutiques, que dijo que la naturaleza humana de Jesús fue absorbida por la divina, de manera que solo estaba presente en él la naturaleza divina.

 

♦ En el año 325, el Concilio de Nicea estableció que Jesús era tanto Dios como hombre.

 

♦ En el año 451, el concilio de Calcedonia estableció que en Jesús existían dos naturalezas, tanto la humana como la divina, reunidas en una única persona divina.

 

♦ La cristología Católica reconoce en la persona de Jesús tanto la naturaleza humana como aquella divina, tal como se define dogmáticamente en el Credo Niceno-Constantinopolitano, fruto de la elaboración de los primeros concilios ecuménicos, en particular, el concilio de Calcedonia. En ellos se resolvió que en Jesús, la naturaleza divina y la naturaleza humana están unidas en la única persona del Verbo, ya preexistente, por tanto, no en una unión moral-accidental sino en una físico-sustancial (unión hipostática) realizada en la persona.

     Esta cristología es la actualmente aceptada por la iglesia Católica, la iglesia Ortodoxa y muchas de las iglesias protestantes.

 

9     Sin embargo, todas estas declaraciones que intentan describir la naturaleza de Jesús, niegan de uno u otro modo la enseñanza apostólica. ¿Cuál es la sana doctrina apostólica con respecto a la naturaleza de Jesús?

Pablo escribe: “para Dios hay un solo mediador entre él y los hombres, el hombre Jesús Cristo, que en el tiempo establecido se dio a sí mismo en rescate por todos”. (1Timoteo 2: 56) Las teorías filosóficas post apostólicas adoptadas en la Cristiandad, distorsionan totalmente la verdadera naturaleza del enviado de Dios y el valor de su redención. Jesús, como escribe Pablo, no está al cuidado de los ángeles sino de la progenie de Abraham, por esto tenía que hacerse semejante a sus hermanos en todo aspecto, para ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las cosas que se refieren a Dios, capaz de expiar los pecados del pueblo. Y precisamente por haber sufrido personalmente y haber sido puesto a prueba, está capacitado para ayudar a los que están siendo probados”. (Hebreos 2:1618)

La naturaleza de Cristo no podía pues ser pura apariencia ni tampoco podía Jesús poseer dos naturalezas, cosa que no existe ni tiene sentido, porque como dice la Escritura, “el hombre Jesús Cristo” verdaderamente vino en la carne y era igual a sus hermanos en todo aspecto, por esto cuando Pablo escribe a los discípulos, dice: “no tenemos un sumo sacerdote que no pueda comprender nuestras debilidades, al contrario, porque a excepción del pecado, él se ha encontrado en nuestra misma condición”, (Hebreos 4:15) y por este motivo “en los días de su vida como hombre ofreció oraciones y súplicas, invocando intensamente con lágrimas al que podía salvarle del poder de la muerte, y fue escuchado a causa de su temor de Dios”. (Hebreos 5:7)

 

10   La naturaleza de Jesús era por tanto humana, y sin embargo, en una ocasión dijo a unos fariseos que le interrogaban para desacreditarle: “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham llegase a ser, yo era”. (Juan 8:58) ¿Qué significado tienen estas palabras? En realidad confirman el hecho de que antes de renunciar voluntariamente a su posición y a su vida en los cielos para nacer como hombre, él habitaba junto a su Padre y era la Palabra o portavoz de Dios, como indica la traducción correcta del versículo que inicia el evangelio de Juan: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era divina”. (La palabra “theos” sin el artículo determinado no significa Dios sino divino) (Juan 1:1) Confirmando este hecho, Juan cita en su evangelio estas palabras de Jesús: “Y ahora tú, Padre, glorifícame a tu lado con la gloria que tenía junto a ti antes que el mundo fuese”. (Juan 17:5) Estas palabras excluyen también que Jesús tuviese dos naturalezas, la humana y la divina, pues es importante notar que dice: “la gloria que tenía” y no la gloria que tengo.

En las Escrituras hebreas encontramos a este divino personificado como la Sabiduría; él mismo se da a conocer diciendo: “Yahúh me creó como la primicia de su camino, antes de sus obras más remotas. Desde antaño fui establecido, desde el principio... cuando fijó los cielos, yo estaba allí, cuando sobre la faz del abismo trazó una esfera... cuando dispuso los fundamentos de la tierra, entonces yo fui a su lado un arquitecto... regocijándome por las condiciones de su Tierra. Y mi deleite estaba con los hijos del hombre”. (Proverbios 8:2231)

Por este motivo Pablo atribuye a Cristo estas palabras que dan testimonio de su actitud hacia Dios, y de la renuncia voluntaria de su vida para nacer como humano y poder redimir a humanidad, del pecado y de la muerte heredada; el apóstol escribe: “al entrar en el mundo, (presentándose para su bautismo y aceptando el designio de Dios) Cristo dice: «No te has complacido en sacrificios y ofrendas, pero me has formado un cuerpo. No has aceptado holocaustos y sacrificios por el pecado, y entonces he dicho: ¡Mira! vengo yo, en el rollo del libro se ha escrito de mí, para hacer, oh mi Dios, tu voluntad»”, (Hebreos 10:5...7) y explica: “tal como por la transgresión de un solo hombre, muchos han sido constituidos pecadores, por la obediencia de un solo hombre, también muchos han sido constituidos justos… para que tal como el pecado ha reinado en la muerte, también el generoso don (el don de la justificación que Dios otorga mediante la redención de Cristo) reine en la vida eterna, mediante la justificación que se obtiene por medio de nuestro señor Jesús Cristo”. (Romanos 5 19...21)

 

11   Todas estas cosas nos permiten identificar las doctrinas que por ser contrarias a la enseñanza de los apóstoles, provienen del Anticristo, ya que la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses muestra precisamente que el Anticristo es “la apostasía… el hombre de pecado, el hijo de la perdición, el opositor” (2Tesalonicenses 2:34)

¿Cuál es el significado del término “apostasía”? Esta palabra procede del término griego “ἀπoστασία”, que viene de “απο (apo) y significa “lejano, apartado, fuera de...” y de “στασις” (stasis) o “posición, estado”. En el mundo griego se refería al hecho de alejarse del lugar de permanencia o de residencia, aplicándose a un distanciamiento o a una separación.

En un sentido restringido, este término se emplea para referirse a un cambio de opinión o doctrina, o a la renuncia y la crítica de la propia doctrina religiosa. En el griego original del Nuevo Testamento se emplea para expresar el abandono de la sana doctrina de los apóstoles. Es por tanto evidente que la Apostasía y el Anticristo están compuestos por aquellos a quienes Pablo se refiere cuando dice: “Está al llegar el tiempo en que ya no soportarán la doctrina sana, y según sus propios deseos, se circundarán de maestros para oír lo que les complace. Ya no escucharán la verdad y se volverán a historias falsas”. (2Timoteo 4:34)

Así pues, la apostasía… el hombre de pecado, el hijo de la perdición, el opositor o los “muchos anticristos”, no designan a una sola persona u organización sino a todos aquellos, sean confesiones religiosas o simplemente individuos, que profesando ser cristianos, abandonan “la sana doctrina”, es decir, la enseñanza predicada por los apóstoles de Jesús, que como testimonio de su veracidad y autoridad, habían recibido de Dios el espíritu.

 

12   Las palabras de Pablo y de Juan también desmienten aquellas interpretaciones de quienes quieren situar el surgir del Anticristo o Apostasía, en el momento que precede al retorno de Cristo. Pablo escribe: “este desconocido transgresor ya está obrando, pero en cuanto sea retirado lo que lo retiene, entonces se revelara el transgresor que el Señor declarará espiritualmente muerto y aniquilará en el momento de la manifestación de su presencia”. (2Tesalonicenses 2:78)

El apóstol escribió estas palabras alrededor del año 65 de nuestra era, de manera que ya entonces, el Anticristo que él llama “desconocido transgresor”, estaba “obrando” aunque sin tener la posibilidad de progresar hasta el momento en que fuese “retirado aquello que lo retiene”, o sea, hasta que ya no estuviesen los apóstoles con su autoridad sobre la doctrina y la congregación. Por otro lado, al afirmar que el Señor lo “declarará espiritualmente muerto” y le “aniquilará en el momento de la manifestación de su presencia”, predice también que la Apostasía o Anticristo crecería y permanecería activo hasta el retorno de Cristo. Por este motivo dice Juan a los discípulos: “Hijitos, esta es la última hora”, y verdaderamente sucedió que tras la muerte del último de los apóstoles, los conceptos filosófico-religiosos adoptados por la Cristiandad, decretaron el descenso de la Congregación apostólica y de la enseñanza pura, a un simbólico Hades o sepulcro. Sin embargo, Jesús había dicho: “las puertas del Hades no la vencerán”, (Mateo 16:18) porque él volverá a levantarla en “el momento de la manifestación de su presencia”, que como dice la Escritura, será precedida por el surgir de aquel anunciado por Jesús con estas palabras: “Elías ha de venir para restablecer todas las cosas”. (Mateo 17:11)

 

Capítulo 3

 

13   En segundo lugar: ¿Qué responder a los que afirman que la parusía o la segunda llegada de Cristo fue en el año 1914, a los que dicen que su presencia es invisible y a los que declaran que el Reino de Dios comenzó en aquel mismo año?

Algunos de los que defienden esta opinión, escriben en uno de sus folletos del año 2009 titulado “Paz y felicidad duradera serán pronto realidad”:

Aparte de las guerras, desde 1914 en adelante el hambre, las pestes, los terremotos y la violencia en el mundo han alcanzado cotas nunca antes vistas… Todo ello prueba sin la más ligera duda que la señal que Jesús dio sobre el tiempo del fin ha estado ante nuestros ojos desde 1914. ¡Jesucristo reina en los cielos invisibles! ¡El mundo ha entrado en el tiempo del fin!

 

14   En segundo lugar: Estos presuntos profetas que cuentan las guerras desde el año 1914, olvidan que antes de esta fecha hubo en la Tierra otras muchas guerras y conflictos, algunos de gran magnitud y con centenares de miles de víctimas. Y que además de las guerras, hubo también gravísimas carestías y grandes epidemias que mermaron la población de su tiempo en un mayor porcentaje que las actuales, como la llamada “Peste Negra” que según un cálculo conservador, acabó con más de la mitad de los habitantes europeos y exterminó a pueblos enteros en Asia y en África. Además, hubo importantes catástrofes naturales que hicieron desaparecer territorios y causaron daños y muertes. De manera que desde este punto de vista, lo sucedido en los años que precedieron o siguieron al año 1914, no parece particularmente excepcional o significativo.

Aún así, examinemos estas cosas a la luz de la misma profecía de Jesús: “Él dijo: «Vigilad que no seáis engañados porque muchos vendrán en mi nombre y dirán… el tiempo está cerca. No vayáis tras ellos. Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones no os asustéis porque es necesario que estas cosas sucedan primero, pero el fin no es inmediato. Entonces» les dijo, «se alzará nación contra sí misma y reino contra sí mismo; sucederán grandes catástrofes naturales, y en varios lugares epidemias y carestías»”. (Lucas 21:811, 2931)

Notemos que Jesús no dijo a sus discípulos que por medio de estas señales reconocerían que su presencia o llegada ya había acontecido de modo invisible, realmente dijo que cuando sucediesen estas cosas, reconocerían que el tiempo de su llegada estaba cercano. De hecho, las palabras registradas por Mateo son: “Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que él (el hijo del hombre) está cercano”; (Mateo 24:33) y no: “sabed que él ha llegado” o “sabed que él está invisiblemente presente”.

 

15   Hoy en día debemos con más razón que nunca, hacer caso de estas palabras de Pablo a los seguidores de Cristo con respecto a las Escrituras: “para vuestro beneficio”, aprended “de nosotros el principio de no ir más allá de lo que está escrito, con el fin de que ninguno se sienta superior a los demás”, (1Corintios 4:6) recordando también esta advertencia de Jesús: “Mirad que no os engañen” (Lucas 21:8) “Si alguno os dice entonces: “Mirad, el Cristo está aquí o allí” no lo creáis, porque surgirán falsos ungidos (en griego cristos) y falsos profetas que harán grandes señales y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por esto si os dicen: “Está en el desierto” (presencia invisible), no salgáis; “Está en los aposentos” (presencia invisible), no lo creáis. Porque como el relámpago que sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la llegada del Hijo del hombre”. (Mateo 24:23...27)

De todos modos, y a pesar de las predicciones basadas en cálculos subjetivos de incautos profetas, que han proclamado: “¡Mira! el Cristo está aquí, o ¡Mira! está allí sin que sea cierto, el Día del Señor llegará ciertamente, como él mismo afirmó con esta parábola: “Contemplad la higuera y todos los árboles; viendo cuando comienzan a brotar, vosotros mismos reconocéis que el verano ya se acerca. Así, cuando veáis suceder estas cosas, sabed que el reino de Dios está cercano”. (Lucas 21:29)

¿Cuáles son las cosas que sus discípulos verán suceder y que indicarán la proximidad de su presencia?

Jesús dijo: “Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones no os asustéis… el fin no es inmediato”. Los siglos que nos han precedido han sido siempre turbulentos, y las guerras, las revoluciones y las hostilidades, han afligido a la humanidad en toda la Tierra.

 

16   He aquí solo algunos ejemplos de grandes conflictos sucedidos desde que Jesús dijo estas palabras:

 

La Guerra de los Cien Años: (1337-1453) Fue esencialmente una lucha de poder entre los reinos de Francia e Inglaterra, en la que también participaron otras naciones. Francia emprendió la conquista de los territorios ingleses en suelo francés, y las batallas se sucedieron durante 116 años. Lentamente, los ejércitos franceses fueron conquistando las posesiones inglesas; los últimos territorios fueron la Normandía en el año 1450 y la Aquitania en el 1453. Este año se considera como el final de la guerra, a pesar de que no se firmó ningún tratado. El número estimado de muertes por causa de la guerra fue de 3.500.000, un enorme estrago si consideramos la población europea del momento.

 

La Guerra de los Treinta Años: Consistió en una serie de conflictos armados que diezmaron el continente europeo desde el año 1618 hasta el año 1648. Los combates se iniciaron en los territorios centrales del Sacro Romano Imperio Germánico, y seguidamente se extendieron a la mayor parte de las potencias europeas. Durante la segunda mitad de este período, la guerra se extendió a Francia, a los Países Bajos, al norte de Italia y a Cataluña, en el norte de España. Esta guerra fue una de las más destructivas de la historia europea hasta entonces, con más de 4.000.000 de muertes.

 

La Guerra de Sucesión Española: Fue un conflicto internacional combatido entre 1701 y 1713, año en que se firmó el tratado de Utrecht. La causa de su origen fue la muerte sin descendencia del rey Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo. La sucesión al trono enfrentó a Francia y Baviera con su príncipe Maximiliano Emanuel ll y el arzobispado de Colonia, con Inglaterra, Austria y otros estados germánicos del Sacro Romano Imperio, unidos en la llamada Gran Alianza o Alianza Imperial. En España la guerra evolucionó hasta convertirse en una guerra civil que duró hasta el año 1714, su principal consecuencia fue la instauración en España de la Casa de Borbón, con el rey Felipe V. El número estimado de los combatientes que murieron en los enfrentamientos es de 1.251.000.

 

La Guerra de los Siete Años: Fue un conflicto entre los años 1756 y 1763, que involucró a las principales potencias europeas de la época, entre las que estaban Gran Bretaña, Prusia, Francia, Austria y el Imperio Ruso. Winston Churchill definió esta guerra como la verdadera “Primera Guerra Mundial”, por ser el primer conflicto que no solo se combatió en suelo europeo, ya que también se extendió a todos los lugares de la Tierra donde los países europeos tenían posesiones coloniales. El número de combatientes que murieron fue estimado en 1.358.000.

 

La Guerra de la Independencia Americana: Fue también llamada “Revolución Americana”, y enfrentó entre 1775 y 1783, a las trece colonias norteamericanas que luego formaron los Estados Unidos de América, con el Reino de la Gran Bretaña. Durante esta guerra las potencias europeas combatieron en distintos frentes, extendiendo el conflicto a las Antillas, a la India y a los países europeos. Francia, España y la República de las Siete Provincias Unidas de los Países Bajos, estaban a favor de los rebeldes, mientras que Hessen y Hannover estaban a favor de los ingleses. El número de muertos en este conflicto fue aproximadamente de 620.000 hombres.

 

La Revolución Francesa entre los años 1788 y 1799, constituyó un período de total convulsión social, política y cultural, que se saldó con un número de muertes que oscila entre 2.000.000 y 2.500.000 personas. Sus principales y más inmediatas consecuencias activaron un cambio de escena en la historia del mundo occidental.

 

Las Guerras Napoleónicas: (1799-1815) Se denomina así al conjunto de conflictos durante el período del ascenso, el dominio y la caída de Napoleón Bonaparte. Enfrentaron a Francia con varias naciones y coaliciones de estados europeos. El número de combatientes y de civiles que murieron por causa de estas guerras ha sido estimado en 9.746.400.

 

La Guerra de Secesión Americana: También llamada Guerra Civil Americana, comenzó el 12 de abril de 1861 y acabó el día 9 de abril de 1865. Fue combatida entre los Estados Unidos de América y los Estados Confederados de América, entidad política resultante de la unión confederada de los estados secesionistas. El número estimado de víctimas en los cuatro años de guerra, fue de 617.528.

 

La Guerra de la Triple Alianza: (1865-1870) También conocida como la Guerra Paraguaya, fue un conflicto entre Paraguay y tres naciones aliadas, Argentina, Brasil y Uruguay. Esta guerra fue el conflicto más sangriento de la historia de la América Latina. El número de muertos fue de al menos 1.100.000 personas.

 

La Primera Guerra Mundial, llamada también la Gran Guerra y la Guerra de las Trincheras, fue el mayor conflicto combatido hasta entonces y trastornó al mundo entre el 28 de Julio de 1914 y el 11 de Noviembre de 1918. Participaron en ella veintiocho naciones, enfrentándose en dos grandes coaliciones: las Potencias aliadas de Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos, y los Imperios Centrales de Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria. El número estimado de muertes fue de 26.000.000 de personas.

 

La Revolución Rusa fue consecuencia de una serie de acontecimientos de índole social, económica y política que dio a los bolcheviques el ascenso al poder. Entre el año 1917 y el año 1959, los primeros cuarenta y dos años de gobierno comunista, las pérdidas humanas causadas por la represión, la deportación a campos de exterminio, las condenas a trabajos forzados, los fusilamientos en masa y las carestías creadas por la deportación de millones de campesinos, se estiman en más de 60.000.000 de personas.

 

La Guerra Civil Española se combatió entre los años 1936 y 1939, en estos tres años murieron más de 1.000.000 de personas por causa de los conflictos, los bombardeos y las ejecuciones.

 

La Segunda Guerra Mundial: (1939-1945) Fue un conflicto que enfrentó a las Potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón, con los Países Aliados: Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Unión Soviética. El número total de víctimas se estima en 53.547.000 personas.

 

La Revolución China dio paso a una profunda transformación política que en el año 1949 llevó al poder al Partido Comunista. El proceso revolucionario se inició en el año 1920 y concluyó casi treinta años más tarde con la derrota de los nacionalistas y la victoria de los comunistas, que dieron ascenso al poder a Mao Tse-tung. El balance de las muertes relacionadas con la represión política, religiosa e intelectual ejercida durante los años de su gobierno, se estima en casi 80.000.000 de personas.

 

Capítulo 4

 

17   Aunque esta breve exposición no tiene en cuenta los incontables conflictos que continuamente han desangrado a la humanidad, hay quienes se atreven a afirman que antes del año 1914 “el mundo gozaba de paz y de seguridad general”. Un hecho sin embargo, resulta evidente, y es el de que hasta nuestros días y en armonía con las palabras de Jesús, todas las generaciones han oído hablar de guerras y de revoluciones, cosa que ha dado a los profetas del fin del mundo de todos los tiempos, la oportunidad de aplicar las palabras de Jesús al momento histórico de sus propios cálculos.

Aún así, lo cierto es que Jesús dio a conocer unas señales para que al verlas todas a un tiempo, sus seguidores comprendiesen que Él está cerca, a las puertas”. (Mateo 24:33) ¿Cuáles fueron sus palabras?

 

18   Examinemos el evangelio de Lucas, capítulo 21 y versículos 10 y 11.

Traducción interlinear:

 

 

Traducción literal:

Entonces les dijo: Se levantará etnia contra etnia y reino contra reino, habrá grandes catástrofes naturales, y en varios lugares habrá epidemias y carestías”. (Lucas 21:1011)

Traducción enfática:

Entonces les dijo: Se alzará nación contra sí misma y reino contra sí mismo, ocurrirán grandes catástrofes naturales, y en varios lugares habrá epidemias y carestías

¿Por qué traducimos: “nación contra sí misma y reino contra sí mismo?”

En el capítulo 18 de Lucas, versículos 17 y 18, encontramos una declaración similar que sostiene la exactitud de esta traducción.

Traducción interlinear:

 

 

Traducción literal:

Todo reino dividido contra sí mismo será desolado y casa contra casa cae, y si también contra sí mismo está dividido ¿Cómo mantendré en pié el reino suyo?

Traducción enfática:

Todo reino dividido contra sí mismo será desolado y una casa contra sí misma, cae. Ahora, si también Satanás está dividido contra sí mismo ¿Cómo mantendrá en pie su reino?”

 

19   La razón de que Jesús haga una distinción de las “guerras” y las “revoluciones” que han sacudido al mundo, con “nación contra sí misma y reino contra sí mismo”, indica que hablaba de cosas diferentes. Si analizamos las palabras de esta profecía de Jesús, veremos que primero dice: “Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones (πολέµους καὶ ἀκαταστασίας), no os asustéis porque es necesario que estas cosas sucedan primero”. Los términos πολέµους, (polemous)” yἀκαταστασίας,  (akatastasias), empleados aquí por Lucas, no solo se refieren, como algunos quieren sostener, a simples acontecimientos de acción limitada, que excluirían a grandes conflictos como las guerras mundiales, porque estos términos griegos se aplican a cualquier guerra o revolución, independiente de la duración del conflicto o del número de naciones que participen en él.

Ahora bien, la siguiente declaración se diferencia en el hecho de que en el tiempo que preceda al retorno de Cristo, “se alzará nación contra sí misma y reino contra sí mismo”; esto significa que mantener el orden a pesar de las divisiones políticas, las diferencias sociales y étnicas, la voluntad de disgregación nacional y el temor a los ataques subversivos o terroristas, crearán una situación grave y problemática dentro de cada nación y dentro de cada reino, como sucede en muchas partes del mundo.

20   En la profecía de Isaías que también se refiere a los acontecimientos que precederán a los últimos días de este mundo, hallamos una confirmación de que esta interpretación es correcta. Él describe así la situación:

 

 

Isaías dice: Incitaré Egipto contra Egipto, se enzarzarán cada uno contra su hermano, cada uno contra su compañero. Ciudad contra ciudad, reino contra reino”. (Isaías 19:2)

Además, cuando Juan se refiere al segundo de los cuatro jinetes que cabalgan sobre la Tierra antes del Gran Día de la indignación de Dios, escribe: “apareció otro caballo de color rojo fuego. A su jinete se le entregó una gran espada y el poder de quitar la paz de sobre la Tierra, a fin de que los hombres se matasen unos a otros”. (Apocalipsis 6:4) Así pues, tanto el mensaje profético de “La revelación que Jesús Cristo recibió de Dios, para mostrar a sus servidores las cosas que ocurrirán en rápida sucesión”, enviando a “su ángel para darla a conocer a su servidor Juan por medio de visiones simbólicas”, (Apocalipsis 1:1) como la profecía de Jesús en el monte de los olivos y la profecía de Isaías con respecto al final de los días, transmiten un mensaje similar, y aunque Isaías habla de Egipto, en las Escritura se emplea proféticamente el nombre de la “gran ciudad que es llamada simbólicamente Sodoma y Egipto”, (Isaías 11:8) para representar al mundo y su sociedad humana.

 

Capítulo 5

 

21   Analicemos ahora la segunda parte de las señales que se hallan en Lucas 21:11. Jesús continuó diciendo:

  σεισµοί τε µεγάλοι καὶ κατὰ τόπους λοιµοὶ καὶ λιµοὶ ἔσονται”,

“… seismoi te megaloi kai kata topous loimoi kai limoi esontai”,

“... Ocurrirán grandes catástrofes naturales, y en varios lugares habrá epidemias y carestías”.

¿Por qué hemos traducido el término σεισµοί (seismoi), como “catástrofes naturales” y no simplemente como “terremotos”? Porque en el griego koiné o común empleado en los escritos evangélicos, esta palabra da a entender “sacudida, catástrofe natural”, así, en Mateo 8:24 hallamos este mismo término traducido en muchas versiones como tempestad o borrasca:

καὶ ἰδοὺ σεισµὸς µέγας ἐγένετο ἐν τῇ θαλάσσῃ

kai idou seismos megas egeneto en têi thalassêi…

y he aquí que se desencadenó una gran tempestad en el mar

 

En nuestros días se producen con bastante frecuencia graves catástrofes naturales en todo el mundo ¿Forma esto parte de la señal de que el retorno de Cristo está cercano? El caso es que en los últimos decenios, los desastres atribuibles a la naturaleza se han intensificado de modo visible; los terremotos, aluviones, tsunamis, huracanes y ciclones son ya noticias habituales, y según dicen muchos científicos e investigadores, estos fenómenos han ido aumentando en modo exponencial durante los últimos años, tanto en frecuencia como en poder destructivo.

El secretario de International Strategy for Disaster Reduction de las Naciones Unidas, afirma en el informe del año 2012, que en los últimos veinte años, los terremotos, los huracanes, las temperaturas extremas y los aluviones, han provocado la muerte de millones de personas.

El número de afectados por las catástrofes naturales desde el 1992 hasta el 2011 es: por los aluviones: 2.437.000; por la sequía: 1.141.000; por los huracanes: 628.000; por los terremotos: 759.708; por las temperaturas extremas: 156.770.

Daniel Sarewitz, Profesor de Ciencia y Sociedad en la Arizona State University, declaró: “El mundo ha asistido a un notable incremento de estas catástrofes naturales, desde unas 100 al año en los 60, hasta unas 500 al año a principios del 2000”.

También Omar Dario Cardona, Profesor en la Universidad de los Andes en Bogotá y Director del Centro para el Estudio de Catástrofes, en respuesta a la pregunta de si en el futuro podían esperarse más desastre naturales, declaró a la BBC: “Prevemos que no solo aumentarán los fenómenos causantes de las catástrofes naturales, también aumentará su frecuencia”.

 

22   “en varios lugares habrá epidemias

Se define como “epidemia” (del griego επί-δήμος, epi-demos, que literalmente significa “contra el pueblo”), a las enfermedades infecciosas que se propagan entre una colectividad, produciendo más casos de los que se consideran como “normales”. Este término es el empleado por la sanidad pública para referirse a una patología que contagia a un gran número de personas. ¿Sucede en nuestro tiempo algo que pueda definirse como “epidemias”?

A pesar de los grandes progresos de la medicina, el hecho es que las enfermedades infecciosas como el SIDA (AIDS) y la malaria, además de muchas otras nuevas y antiguas, causan innumerables muertes en todos los lugares de la Tierra. La tuberculosis que se creía ya prácticamente erradicada, ha aumentado con rapidez, lo mismo las enfermedades relacionadas con la autoinmunidad, las ligadas a la inmunodepresión y las alergias. También el cáncer y las patologías cardiovasculares se difunden en gran manera, y la OMS (Organización Mundial de la Sanidad) o WHO (World Health Organization), informa del considerable aumento de los problemas mentales y neurológicos, que afectan a unos 450 millones de personas. De hecho los problemas neurológicos y las enfermedades crónicas han creado una emergencia en el sistema sanitario mundial.

Por otro lado, el Profesor Alexander Tomasz de la Rockefeller University de Nueva York, afirmo tras reunir una gran cantidad de datos, que estamos en el umbral de la era post antibiótica, en la que las enfermedades hoy consideradas sin importancia, podrían convertirse en letales. Declaró que muchos científicos prevén en los próximos años “una verdadera y propia catástrofe médico sanitaria”.

La resistencia a los antibióticos desarrollada por las enfermedades infecciosas en los últimos años, ha asumido una gran relevancia; el ECDC (Centro Europeo para la Prevención y el Control de las enfermedades) sostiene que este hecho representa la mayor amenaza del futuro.

Todas estas cosas están en armonía con estas palabras de la profecía de Jesús a sus discípulos y con la recibida por el apóstol Juan: “Y apareció un caballo de color glauco. El nombre de su jinete era la Muerte, y el Hades le seguía de cerca. A ellos se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para dar muerte... con la mortandad” (Apocalipsis 6:8)

 

23   “…y en varios lugares habrá... carestías”.

Entre la población de este mundo, una persona de cada ocho sufre de hambre. Esto es lo que dice la FAO (Food and Agriculture Organization) en el informe “Sofi 2012”, de la agencia State of Food Insecurity in the World, redactado por la PAM (World Food Program) y por IFAD (International Fund for Agricultural Development), con respecto al hambre en el mundo. Este informe muestra que en el mundo, la cantidad de personas desnutridas es de 870 millones, y que unos 200 millones de niños menores de 5 años sufren de desnutrición, situación responsable de una muerte infantil por cada tres niños.

Según las Naciones Unidas, cada año mueren por hambre treinta y seis millones de personas, eso significa 100.000 cada día, es decir, casi una por cada segundo. La directora de la representación del PAM en Ginebra, dijo en el seminario “Luchar juntos contra el hambre”: “El hambre mata cada año a más personas que los virus que contagian el AIDS, la malaria y la tuberculosis”.

En el informe de la FAO del año 2011, la Agencia Brasileña de la FAO y el PAM, dan a conocer a la comunidad internacional, las alarmantes y dramáticas condiciones del hambre en el mundo, unas condiciones que han empeorado a causa del encarecimiento de los alimentos, cuyo precio ha ido en aumento con el agravarse de la crisis económica internacional y el crecimiento demográfico anual de casi ochenta millones de nuevas bocas que alimentar. A esta situación se añaden los frecuentes e imprevisibles fenómenos meteorológicos causados por el calentamiento global y el cambio climático, que devastan las cosechas de las regiones agrícolas, vitales para el mundo.

Según dice la nota informativa de la jornada mundial de la alimentación “Tele Food 2011”, “Entre el 2005 y el 2008, los precios mundiales de los alimentos básicos han alcanzado el nivel más alto de los últimos 30 años. En los últimos diez y ocho meses del período considerado, el precio del maíz ha aumentado el 74%, mientras que el del arroz casi se ha triplicado, con un incremento complexivo del 166%”.

En el libro del Apocalipsis leemos: “… una voz, en medio de los cuatro seres vivientes dijo: “Una medida de trigo por un denario y tres medidas de cebada por un denario…” (Apocalipsis 6:6) Estas palabras indican que en el período descrito en la profecía, una pequeña cantidad de alimentos básicos costarían el equivalente del salario de un día, que en aquel tiempo era un denario.

 

Capítulo 6

 

24   Puesto que las palabras de Jesús se refieren a su retorno y a las señales del final de esta era, el hecho de las divisiones y luchas dentro de las naciones junto a la frecuencia de las catástrofes naturales, las enfermedades y la carestía de muchos lugares de la Tierra, significaría que Él está cerca, a las puertas. Sin embargo es importante recordar que los cálculos y las elucubraciones en cuanto al momento preciso de su llegada son en verdad inútiles. Por esto Pablo dice a los que le esperan: “sabéis muy bien que el día de Yahúh llega como un ladrón en la noche”, (1Tesalonicenses 5:2) y también Jesús avisó varias veces a sus discípulos, de que ellos no conocerían el momento de su llegada. Les dijo: “de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre”, (Mateo 24:36) y además, “no os corresponde a vosotros conocer el momento que según su autoridad, el Padre ha establecido”. (Hechos 1:7)

Aún así, este es el momento de hacer caso a estas palabras de Jesús: “Permaneced bien atentos de que vuestros corazones no estén entorpecidos por los festines, por las embriagueces y por las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga sobre vosotros de improviso como un lazo, porque se abatirá sobre todos aquellos que habitan la faz de toda la Tierra. Vigilad y orad en todo momento, para que tengáis la fuerza de escapar a todo lo que tiene que suceder, y comparecer ante el Hijo de hombre”. (Lucas 21:3436)

 

25   Cuando el momento del final de este mundo llegue ¿Permanecerá alguno con vida? ¡Seguro que sí! Jesús dice para aquellos que le esperan: “Habrá entonces una tribulación grande, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora ni volverá a haber nunca. Si aquellos días no hubiesen sido reducidos, ninguno se salvaría, pero por causa de los elegidos, aquellos días serán reducidos”. (Mateo 24:2122)

Este final no será pues resultado de una guerra nuclear sino de una gran tribulación que incluye, no el Armagedón como algunos dicen y que solo es el nombre de un monte que hay en Palestina, sino como dice la Escritura, la “guerra del gran día del Dios Omnipotente”. (Apocalipsis 16:1416)

Esta guerra no destruirá la Tierra ni causará el fin de toda la humanidad, y después de estas cosas, dice la Escritura que todos los príncipes de los cielos se inclinarán ante Dios y rindiéndole homenaje, dirán: “Te damos las gracias Yahúh Dios omnipotente, que eres y eras, porque ejerciendo tu gran poder, has establecido tu reino; las naciones se airaron, pero llegó tu indignación y el tiempo de juzgar a los muertos, de dar la recompensa a tus servidores los profetas, a los santos y a aquellos modestos o potentes, que muestran respeto por tu nombre, y de destruir a todos los que destruyen la Tierra”. (Apocalipsis 11:1618)

 

26   Desde los tiempos de la antigüedad, Dios ha declarado una y otra vez a través de sus profetas, su propósito con respecto a la Tierra. Muchos de ellos predijeron una Tierra donde reinaría la paz y sobre la que habitarían los justos; una Tierra donde aquellos que prefieren el mal y la injusticia serían extirpados y destruidos.

Salomón escribió:
   “Los hombres rectos habitarán la Tierra, aquellos que son íntegros permanecerán en ella, pero los impíos serán exterminados y los desleales serán extirpados de ella”; (Proverbios 2:2122)
y también David afirmó:
   “Pues Yahúh ama la justicia y no abandonará a sus fieles, ellos serán preservados para siempre y exterminará a la simiente de los impíos. Los justos heredarán la Tierra y la habitarán para siempre… Espera en Yahúh y sigue su camino, entonces Él te levantará para que heredes la Tierra y tú verás cuando Él extermine a los impíos”. (Salmo 37:2829,34)