¿Por qué buscar
la verdad?
1 Muchas
organizaciones religiosas afirman tener la verdad y la ofrecen con entusiasmo a
las gentes, y sin embargo, algunas de sus “verdades” son realmente
desconcertantes por contradictorias.
¿Es esto una prueba más,
de que todas las verdades son relativas y no existen verdades absolutas? En su
libro The Art of Thinking, (El arte de pensar) el profesor V. R.
Ruggiero expresa su asombro ante el hecho de que hasta las personas
inteligentes, digan que la verdad es relativa, y razona: “Si todo el mundo escoge
su propia verdad, ninguna idea puede ser mejor que la de otra persona. Todas
deben ser iguales. Y si todas las ideas son iguales ¿Qué propósito tiene
investigar un tema? ¿Por qué hacer excavaciones en busca de respuestas a preguntas
arqueológicas? ¿Por qué intentar esclarecer las causas de la tensión en Oriente
Medio? ¿Por qué buscar la cura del cáncer? ¿Por qué explorar las galaxias?
Estos trabajos solo tienen sentido si algunas respuestas son mejores que otras”, o sea “la verdad es ajena a
las posiciones individuales y no se ve afectada por ellas”.
Lo cierto es que
prácticamente ninguno cree que no existan unas verdades objetivas, pues cuando
se trata de realidades materiales, como en los campos de la medicina, la
matemática o la física, hasta el relativista más acérrimo cree que algunos
hechos son objetivamente ciertos.
¿Quién se atrevería a
viajar en un avión, si no creyera que las leyes de la aerodinámica son verdades
absolutas? Está claro que alrededor nuestro existen verdades que son
comprobables y en las que confiamos plenamente.
El precio del
relativismo
2 El Relativismo consiste
en cualquier sistema de pensamiento que afirme la no existencia de verdades
universalmente válidas, y sostenga que cualquier declaración depende de las
condiciones o contextos de la persona o grupo de personas que la alegan. Los
errores del relativismo se evidencian sobre todo en el ámbito moral, donde esta
forma de pensar ha causado el mayor daño. The Encyclopedia Americana
dice: “Se
ha cuestionado seriamente la idea de que el saber, o el conocimiento de la verdad,
esté al alcance de los seres humanos … No obstante, de lo que no cabe
duda, es de que cuando se rechazan los dos ideales, verdad y
conocimiento por considerarlos utópicos o perjudiciales, la sociedad
humana decae”.
La ética vigente en
nuestra civilización, propugna: “decida lo que según usted, es correcto”, pero ¿No nos
recuerdan estas palabras una antigua declaración? Porque leemos en el libro de
Génesis, que “la antigua serpiente, el que es llamado Diablo y Satanás”, Apocalipsis 12:9
desmintió la advertencia de Dios al hombre, con respecto a las consecuencias de
adjudicarse el conocimiento de lo que es bueno y lo que es malo, y sugirió que el
desobedecerla, podía proporcionarle algo deseable, diciendo: “¡De ningún modo moriréis!
Bien sabe Dios que el día en que comáis de él (del fruto del árbol del conocimiento
del bien y del mal) se os abrirán los ojos y os haréis como Dios, teniendo conocimiento
del bien y del mal”. Génesis 3:2..5
Adjudicarse un atributo
del Creador y establecer personalmente el bien y el mal, puede parecer justo y
atractivo a los hombres, pero aun así ¿Quién puede afirmar seriamente, que una
visión relativista y subjetiva de lo correcto y de lo incorrecto, no sea causa
de decadencia moral y social?
¿Cuál es la verdad?
3 Salgamos pues de
las movedizas aguas del relativismo y examinemos brevemente lo que la Escritura denomina las aguas puras de la verdad, unas aguas que proporcionando esperanza,
apagan la sed y se convierten en quien las bebe, en “una fuente de agua que brota para la vida
eterna”. Juan
4:14
En las Escrituras, la “verdad”
no es un concepto abstracto e intangible, un tema de argumentación filosófica,
por esto, cuando Jesús afirmó que su propósito en la vida era proclamar la
verdad, hablaba de algo que los judíos fieles habían valorado durante siglos,
ya que consideraban que la “verdad” es una manifestación concreta que
proviene de Dios. Así, la palabra hebrea “eméth” que se traduce “verdad”, designa
todo lo que es firme, sólido y sobre todo, confiable. Ellos tenían
buenas razones para otorgarle este sentido, puesto que llamaban a su Dios
Yahúh, “el
Dios de la verdad”, Salmo 31:5 y sabían que todo cuanto declaraba a través
de sus profetas, se cumplía sin falta. Cuando Yahúh pronunciaba sentencias
inapelables, se ejecutaban y millones de israelitas eran testigos de estas
realidades; los escritores de los libros de la Biblia dejaron constancia de esto, registrando detalladamente como hechos históricos
incuestionables, el cumplimiento de las cosas anunciadas de antemano.
A diferencia de otros
libros considerados sagrados, los libros de la Biblia no pueden atribuirse a las ideas de un hombre ni proceden de mitos o leyendas, porque
proporcionan datos concretos y reales, la mayoría verificables por medio de
relatos históricos de otras fuentes, además de datos arqueológicos, científicos
y sociológicos. No es por tanto sorprendente que el salmista escribiera de su
Dios: “Tu
ley es la verdad … Todos tus mandamientos son la verdad … La suma de tu
palabra es la verdad”, Salmo 119:142,151,160 y que Jesús, orando
a su Padre en favor de sus discípulos, repitiese las palabras de este salmo,
pidiéndole: “Santifícalos
con la verdad: tu Palabra es la verdad”. Juan 17:17
4 Jesús sabía que
todas las declaraciones de su Padre son fidedignas y sus designios, seguros y
eternos, por esto, en obediencia a su voluntad y confiando plenamente en su
justicia y su triunfo, entregó su vida para redimir la de la humanidad. “Este Hijo” de Yahúh, que es “el reflejo del esplendor
de su gloria”
y “la imagen
de su personalidad”, Hebreos 1:3 estuvo durante su vida en la Tierra, lleno del “favor” y de la “verdad” de Dios; Juan 1:14
sus seguidores ofrecieron testimonio de que todas sus palabras habían sido
fidedignas y verdaderas, y por este motivo, dijo ante Pilato refiriéndose a su
encargo y a su mensaje, que él había venido para dar testimonio de la verdad,
pero de una verdad concreta que proviene de Dios, que fundamentó su enseñanza y
que es la esperanza de todos sus discípulos.
Cristo es el instrumento
principal de la redención del hombre y de la realización de todas las promesas
de Dios; correctamente había dicho: “Yo soy la vía, la verdad y la vida”. Juan 14:6
puesto que todas las profecías de Dios, llegan a ser “amén” o verdaderas, por
medio suyo. También dijo a las gentes: “… tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque para esto he sido enviado”, (Lucas 4:43) y gracias a él, y
a la veracidad y misericordia de Dios, este Reino que proclamó, santificará el
nombre de Yahúh, vindicará su soberanía y retornará a la humanidad hallada
fiel, a una vida perpetua en un mundo que albergue la justicia. Comprender y
poner fe en esto, significa para los cristianos de hoy en día, poder gozar de la
certeza absoluta de que su fe y su esperanza son reales y se basan en hechos.
La verdad en
acción
5 Para los judíos que
temían a Dios, la verdad era un modo de vida, ya que en las Escrituras se
vincula la verdad con la acción. El profeta Samuel dijo: “… temed a Yahúh; servidle
con la verdad y con todo vuestro corazón”. 1Samuel 12:24
Y también el apóstol Juan exhorta así a los discípulos: “Hijitos, no amemos con
buenas intenciones y palabras, hagámoslo de verdad y con hechos”. 1Juan 3:18
La palabra hebrea “eméth” o “verdad”, se
aplica también a una persona o un hecho fidedigno o digno de confianza, y Jesús
enseñó a considerar fidedigna la verdad de la revelación de Dios, y a actuar en
armonía con ella, condenando la hipocresía de los fariseos y el abismo que
separaba sus palabras de superioridad moral, de sus hechos inmorales.
La primera congregación
cristiana denominaba su modo de vida, “La verdad” o “La Vía de la verdad”, (2Pedro 2:2)
porque para los seguidores de Cristo, la buena nueva del Reino de Dios bajo el
gobierno de su Cristo, es mucho más que una información fidedigna, es una
profunda convicción que les motiva a actuar, impulsándoles, no solo a vivir en
conformidad con ella, también a transmitirla generosamente a los demás, cómo
nos aconseja el proverbio bíblico: “Adquiere la verdad, pero no vendas la sabiduría,
la enseñanza ni el conocimiento”. Proverbios 23:23
Un tesoro que
no tiene precio
6 Es cierto que
algunas veces, aceptar la verdad requiere un esfuerzo, porque incluso el solo
hecho de llegar a conocerla, puede causarnos conflictos o ponernos en
situaciones de compromiso. The Encyclopedia Americana dice: “La verdad es muchas
veces desagradable, porque no respalda el prejuicio ni el mito”. Puede por tanto,
sernos desagradable descubrir que lo que hemos creído no solo no es cierto, es
también perjudicial, especialmente si son cosas que nos han enseñado con cariño
nuestros padres o guías religiosos de confianza, y por otro lado, el vivir de
acuerdo con la verdad, tal vez nos ocasione el rechazo de algunos de nuestros
amigos. Por cosas como estas, puede resultarnos realmente difícil mantener una
conducta fiel a los principios de Dios en un mundo que los ignora, que ha “contaminado la verdad de
Dios con mentiras” Romanos 1:25 y donde los que se adhieren a la Palabra de Dios, pueden parecen gente extraña. Pero a pesar de todo esto ¿No es mejor
descubrir la verdad que vivir en el error? Y ¿No es mejor conocer los hechos
que vivir manipulados por mentiras?
7 El apóstol Pedro
escribe: “…
como ahora ya no corréis junto con ellos … quedan perplejos y hablan de
vosotros injuriosamente, aunque de esto rendirán cuentas ante el que ha sido
nombrado para juzgar a los vivos y a los muertos. Sin embargo, aquellos a
quienes les ha sido predicada la buena nueva, deben considerarse muertos
como personas humanas, para vivir una vida en armonía con el espíritu de
Dios”. 1Pedro
4:4..6
Si escuchamos estas
palabras, la verdad de Dios nos liberará de mentiras, errores y
supersticiones y nos fortalecerá para soportar las adversidades, porque es
confiable, está bien fundada e inspira una esperanza fidedigna y grandiosa, que
nos conferirá el valor necesario para permanecer firmes ante cualquier prueba.
No es pues de extrañar, que el apóstol Pablo la comparase al ancho y recio
cinturón que protegía a los soldados durante la batalla, cuando aconsejó a los
discípulos de Cristo: “Obtened fuerza en el Señor, la fuerza que proviene de él …
para que podáis resistir a las intrigas del Diablo, porque de hecho, nosotros
no combatimos contra carne y sangre, sino contra los gobiernos, las
autoridades y los gobernantes cósmicos de estas tinieblas, o sea, contra las
fuerzas espirituales malvadas que habitan las regiones celestes. Revestíos
entonces con la armadura de Dios, para que en el momento de la prueba podáis
resistir manteniendo la integridad, y permanezcáis en pié. Y en pié, con
la cintura ceñida con la verdad, revestidos con la coraza de la
justificación, los pies calzados con el deseo de anunciar la buena nueva
y sobre todo, empuñando el escudo de la fe, con el que podéis apagar
todos los dardos encendidos del Diablo, tomad el yelmo de la salvación y
la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y dirigid en todo momento y con todas las fuerzas, vuestras peticiones y súplicas a Dios, para
que podáis permanecer vigilantes”. Efesios 6:10..18
Esforzarse en adquirir la verdad, es una
búsqueda emocionante y remuneradora que pone a nuestro alcance una vida sin
muerte y nos da la felicidad de poder obsequiarla a los demás. Encontrarla es
hallar esperanza; amarla y conocerla, es amar y conocer al Creador del universo
y a su Hijo unigénito; vivir en conformidad con ella, es tener una vida llena
de sentido y paz interior, ahora y por siempre.